Hablar de Lola Flores es hablar de fiestas interminables en su casa de `El Lerele´, donde las puertas estaban abiertas para todo aquel que quisiera pasar y divertirse. `La Faraona´, como se la conocía cariñosamente, se trasladó a vivir a esta casa de La Moraleja, después de que la artista contrajese una deuda millonaria con Hacienda y tuviera que dejar el piso de María de Molina, en el centro de la capital.
Se marchó a esa propiedad, de 625 m2, con cinco habitaciones, siete baños y un jardín de 2.000 m2 con piscina. Junto a ella, se marcharon su marido, Antonio `El pescaílla´, y sus tres hijos: Lola, Antonio y Rosario.
Sus amigos también les siguieron hasta allí, pues como asegura Juan `el Golosina´, Lola Flores era una gran anfitriona y no había fiestas como las que ella organizaba. También Lolita recordaba esos días en el programa de Bertín Osborne. ''Éramos así. Nuestra forma de vida. En mi casa sucede lo mismo. Siempre se hace comida para más gente, por si acaso''.
Recuerda especialmente las Nocheviejas donde ''lo mismo te podías encontrar a Camarón o a Paco de Lucía, que a una orquesta cubana que se iba sin cobrar después de habérselo pasado tan bien allí''. Personas allegadas a los Flores aseguran que los desayunos eran largos y las cenas, copiosas, con sobremesas eternas donde Lola ejercía de matriarca y en las que sus hijos se sumaban a las celebraciones.
Tras su fallecimiento, el 16 de mayo de 1995, nada volvió a ser como antes. De hecho, su hijo, Antonio, no pudo superar la marcha de su madre y fallecía apenas quince días después, el 30 de mayo, en la casita que tenía en la casa familiar, junto a la piscina.
Rosario, la menor de la familia, compró la parte de la casa que le correspondía a Lolita y se marchó a vivir con su padre, quien también moría el 12 de noviembre de 1999. A partir de ese momento, la casa se quedó huérfana y aunque Rosario siguió organizando fiestas en El Lerelé para sus amigos, ya nada fue como la época en la que Lola Flores `La Faraona´ fue la anfitriona y animaba cada celebración con su voz y su forma tan auténtica de bailar.
Lola era única
Lola Flores era única, pero tuvo problemas económicos, por lo que al final de sus días solo pudo disfrutar de `el Lerele´ su templo y lugar de encuentro con amigos.

Rocío y Lola
Fueron dos de los grandes nombres de la copla en nuestro país. Ambas compartían su pasión por la vida y también por la fiesta, por lo que siempre que podían disfrutaban de lo que más les gustaba, el arte.

Toda una matriarca
Lola fue una de las grandes artistas de nuestro país, pero también una matriarca que se encargó del cuidado de sus tres hijos y hacía partícipes a sus pequeños de las fiestas que hacían en casa desde una edad temprana.

Lola Flores y su hijo
Los dos fallecieron en `El Lerele´ con una diferencia de quince días, pues Antonio no pudo superar el fallecimiento de su progenitora.

Escenario mítico
Este es `El Lerele´ por dentro, la casa de La Moraleja tan famosa y que marcó toda una época. Se puede ver la caseta en la que murió Antonio, padre de la famosa actriz Alba Flores.

Rosario adquiere la propiedad
Después de la muerte de su madre y su hermano, Rosario compra `El Lerele´ para vivir con su padre. Permanecerá allí hasta 2018 en que vende la casa por 2 millones de euros.

Lugar de encuentro con amigos
Rosario sigue organizando fiestas en El Lerele para amigos como Marta Sánchez, pero nada que ver con las celebraciones que hacía su madre, que era el alma de la fiesta.

Fiesta a cualquier hora y momento
En tiempos de Lola Flores había fiesta en su casa a cualquier hora y cualquier momento. Además, sus tres hijos heredaron el arte y todos ellos se hicieron cantantes de éxito.
