El sesgo de género retrasa el diagnóstico en la mujer

Algunas enfermedades se manifiestan y tratan de forma distinta dependiendo del sexo. Hablamos sobre el tema con Neus Rosell, cofundadora de Women in Global Health, donde trabajan por una salud feminista que vele por las mujeres
Sanidad mujeres

El sector sanitario que podemos observar en la sanidad, también se da en los resultados de los estudios clínicos y diagnósticos. 

En muchas ocasiones, los estudios clínicos se hacen más en hombres, tienen más en cuenta sus síntomas, infravalorando otros más comunes en mujeres, lo que provoca el infradiagnóstico de las patologías femeninas

Women in Global Health (WGH), una organización internacional sin ánimo de lucro presidida por Neus Rosell, trabaja para promover la equidad de género en la salud global.  A continuación, hablamos con ella sobre el tema. 

NeusRosell

¿A qué crees que se debe la falta de liderazgo femenino en el sector sanitario?  

Personalmente, no creo que haya falta de liderazgo femenino, hay muchas mujeres líderes en el sector sanitario y muchas de ellas utilizan un liderazgo transformador. Faltan mujeres líderes por una carencia de oportunidades. Cuando observamos por qué a medida que subimos de categoría laboral se reduce el número de mujeres, nos encontramos con que los criterios están enormemente masculinizados, no se premia el cuidado del equipo sino la competitividad individual, por ejemplo. 

Hay que considerar  por otra parte, que las mujeres asumen mucha carga en tareas que no contabilizan en este progreso. Estoy hablando del trabajo no remunerado que ejercemos muchas: los cuidados. Aún hoy en día, las mujeres son las principales responsables de los trabajos del hogar y cuidados de las familias (menores, mayores, personas enfermas, etc.). Además, durante la edad reproductiva, que coincide con el lanzamiento profesional después de años de estudios, las mujeres son mucho más castigadas a la hora de tomar roles de mayor responsabilidad, o se piensa dos veces si contratarlas. 

Se necesitan cuotas de equidad, para poder tener la representatividad suficiente en todos los órganos de decisiones

A nivel estatal, por ejemplo, existen bolsas de trabajo para sanitarios, en las que no se hace ningún ajuste de puntos por bajas maternales/paternales o número de hijos. Esta ausencia femenina impide que las organizaciones se enriquezcan con su visión y metodología, con prácticas horizontales y más inclusivas. También hay que entenderlo como un sistema de privilegios, donde los hombres han estado históricamente más beneficiados, y no resulta fácil ceder espacio para nuevas formas de hacer y de pensar.

Por todos estos motivos, se necesitan cuotas de equidad, para poder tener la representatividad suficiente en todos los órganos de decisiones, para que sesgos conscientes o inconscientes no sigan reproduciendo la desigualdad. Del mismo modo, debe trabajarse la educación sobre roles de género, modificar el sistema de puntuación para las bolsas de empleadas, disponer de guarderías en el lugar de trabajo, ofrecer becas y ayudas para la conciliación o el retorno a la carrera profesional, etc.

¿En qué consiste el sesgo de género en los estudios clínicos y epidemiológicos?

¿Cómo puede ser que en un estudio sobre eficacia de vacuna de COVID-19 no se contemplen en la fase de desarrollo los posibles efectos en el cuerpo de la mujer, como los cambios en la menstruación?

En la falta de una mirada de diversidad e interseccionalidad a la hora de hacer estudios de prevención, herramientas de diagnóstico, tratamiento, análisis de riesgo de salud, etc. 

Estamos hablando de que lo estándar, la norma, es el varón blanco occidental, con una complexión física determinada, etc. Los cuerpos del hombre y de la mujer son distintos a muchísimos niveles, pero seguimos estudiando principalmente sobre la biología masculina y aplicando los resultados obtenidos al resto de la población.

¿Cómo puede ser que en el siglo XXI, en un estudio sobre eficacia de vacuna de COVID-19 no se contemplen en la fase de desarrollo los posibles efectos en el cuerpo de la mujer, como los cambios en la menstruación? Hay que poner el foco en estas diferencias. Sino, estamos dando por hecho que un fármaco actúa igual en el cuerpo de un hombre que en el de una mujer, y, por tanto, la estamos desprotegiendo.

Los infartos de miocardio se manifiestan de forma diferente en ambos sexos. Y, aun así, seguimos enseñando en las aulas de medicina la sintomatología típica de un infarto en hombres. Eso significa que cuando se encuentren delante una mujer que presenta los signos habituales de infarto, no los va a asociar directamente, retrasando su diagnóstico y afectando en su pronóstico.

¿A qué crees que se debe ese sesgo de género?

A la estructura patriarcal en la que vivimos, ya que la ciencia es parte de ella. También al hecho de que la ciencia ha considerado que la investigación debe aportar un punto de vista neutral, lo que le ha llevado a considerar que cualquier cuerpo o enfermedad debe funcionar del mismo modo en ambos sexos. 

Cuando un equipo investigador diseña un estudio clínico, esté mayoritariamente liderado por hombres o no, con estos valores como parte de su forma de pensar, ¿quién va a plantear posibles interacciones sobre el ciclo menstrual? ¿Para qué priorizar estudios sobre la salud mental postparto o durante la menopausia?

¿Por qué se infravaloran las patologías femeninas?

Durante muchos años hemos dado por hecho que las mujeres exageraban con sus síntomas, que son de carácter débil, histéricas, etc.

Porque durante muchos años hemos dado por hecho que las mujeres exageraban con sus síntomas, que son de carácter débil, histéricas, etc. Asimismo, es más frecuente que sus síntomas se atribuyan a problemas de salud mental y que reciban más prescripciones de medicamentos psiquiátricos, como ansiolíticos y antidepresivos. 

En ocasiones, este tipo de prácticas son la manera más sencilla de atajar una consulta médica. Y no todo se enmarca en el sesgo del propio personal sanitario que atiende, sino también a los protocolos de diagnóstico utilizados. 

Por nuestra historia religiosa también se han creado ciertos tabúes. ¿Cómo puede ser que de un proceso natural como la menstruación hayamos integrado que es sucio y debe esconderse? Pues así estamos, que cuando en el instituto una compañera nos pedía un tampón hacíamos trajines a escondidas como si fuésemos agentes secretos.

¿Por qué crees que las mujeres nos hemos pasado siglos silenciando problemas como la incontinencia urinaria o los síntomas de la menopausia?

Por el estigma asociado a ellos y la falta de espacios seguros para expresarlos. Hemos hecho que el espacio público solamente incluya mujeres jóvenes y bellas. Cuando estás expuesta a unos medios de comunicación que únicamente visibilizan mujeres jóvenes y con cuerpos normativos, ¿cómo no vas a sentirte bicho raro si tienes pérdidas de orina o vello en la espalda? 

Está claro que el ideal de mujer ha excluido del debate público todo lo que sale de esta normativa, y eso impacta tanto a nivel de autoestima y seguridad personal como en la relación con los demás. Esto es un problema que también afecta a los hombres, ya que ellos también están perseguidos por unos roles de género que les dificulta compartir abiertamente sus emociones o percepciones.

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