El síndrome del impostor es una sensación de duda constante sobre la propia valía, a menudo acompañada por el miedo de ser descubierta como un "fraude". A lo largo de la historia, muchas mujeres talentosas fueron víctimas de este fenómeno, debido a una sociedad que ha minimizado sus logros y ha impuesto barreras estructurales que refuerzan la inseguridad. En el mundo de la música, las compositoras han sido especialmente vulnerables. Durante siglos, se ha asumido erróneamente que la creación artística era un dominio exclusivamente masculino.
Se ha llegado hasta el punto de que el legado de estas mujeres quedó invisibilizado o menospreciado, lo que ha perpetuado la creencia de que su trabajo no era lo suficientemente valioso. Este artículo explora cómo la invisibilización y los prejuicios han afectado la confianza de las compositoras a lo largo de los siglos, utilizando como base el libro de Silvia Olivero, que recupera la historia de muchas creadoras olvidadas.
Invisibilización y prejuicios: una barrera para las mujeres
En 'Compositoras', Silvia Olivero menciona cómo la ausencia de mujeres en los libros de historia de la música contribuyó a la creencia de que no existieron o que su obra era de menor calidad. "Si no estaban en los libros, por algo sería", reflexiona la autora. Este borrado histórico ha sido una de las causas principales del síndrome del impostor entre las compositoras. Pero también entre las mujeres en general, ya que sin referentes femeninos a quienes admirar, muchas dudaban de su propia valía.

Artistas como Clara Schumann, Marianne von Martínez o Alma Mahler sufrieron esta falta de reconocimiento. Clara, a pesar de ser una pianista y compositora brillante, fue relegada a la sombra de su esposo, Robert Schumann. Alma Mahler, por su parte, tuvo que renunciar a su carrera porque su esposo, Gustav Mahler, consideraba que no debía componer. En palabras de Olivero, "la oscura sombra del esposo limitó la plena expansión de su talento". De hecho, se ha comprobado con el tiempo que muchas de estas mujeres fueron pioneras del feminismo en la música clásica, llegando a ser reconocidas como tal, mucho después de su muerte.
La autoexigencia y el miedo al fracaso

Las mujeres que lograron componer y destacar en un mundo dominado por hombres enfrentaron una presión extra: la necesidad de demostrar constantemente su valía. Florence Price, la primera mujer afroamericana en tener una sinfonía interpretada por una gran orquesta, tuvo que enfrentarse no solo al machismo, sino también al racismo. Su éxito no impidió que a menudo dudara de su talento, reflejo del síndrome del impostor. La inseguridad que afecta a tantas mujeres de hoy en día tiene sus raíces en estas historias de menosprecio y lucha constante.
La lucha por el reconocimiento
A pesar de los obstáculos, muchas de ellas, lograron dejar huella en la historia. Ethel Smyth, compositora sufragista, no solo se abrió camino en la música, sino que usó su arte para luchar por los derechos de las mujeres. Sofia Gubaidulina, en la lista negra del régimen soviético, se enfrentó a la censura para seguir componiendo. Estos ejemplos muestran que la persistencia es clave para superar el síndrome del impostor y que el reconocimiento histórico es fundamental para inspirar a nuevas generaciones.

El libro 'Compositoras' de Silvia Olivero es un homenaje a las mujeres que transformaron la historia de la música a pesar de las barreras que enfrentaron. A través de biografías reveladoras, Olivero rescata a figuras como Fanny Hensel y Barbara Strozzi, mostrando sus luchas y logros. Este libro es una herramienta valiosa para comprender cómo la invisibilización ha afectado la confianza de las compositoras y por qué es fundamental reivindicar su legado. Leerlo es un acto de justicia histórica, un paso más para desmontar los prejuicios y empoderar a las creadoras del futuro.