El vestido de Charlene de Mónaco es un ejemplo de la elegancia que comparte la Casa Real de Mónaco

De tul y en largo, la que fue nadadora antes de pasar a formar parte de la familia real de Mónaco, llevo una de sus firmas favoritos tras el regreso de su enfermedad. 
Charlene de Mónaco

La princesa consorte de Mónaco, asistió a una doble cita enfundada en un precioso vestido azul. Participó el pasado miércoles a dos eventos importantes para el Principado. Después de un largo mes de ausencia, la preocupación había aumentado por su enfermedad. También saltaron las alarmas por el estado de su matrimonio con el Príncipe Alberto, pero finalmente ha vuelto al 100% y se ocupa de algunos compromisos finales antes de las vacaciones

- GTRES

Recibió en el Palacio del Príncipe a los representantes de tres importantes asociaciones monegascas que donaron una suma importante de dinero al proyecto "Swin for Safety", un programa que tiene como objetivo a enseñar a los niños más desfavorecidos en Sri Lanka medidas básicas de seguridad en el agua, natación de supervivencia y prácticas en primeros auxilios. 

Sin cambiarse de ropa, ella y su marido Alberto participaron en la tradicional Cena a la luz de las velas organizada por la Ciudad de Mónaco

Charlene aparecía serena y relajada, y ya no parecía haber rastro en su rostro del sufrimiento que padecía hasta hace unos meses. 

Para el día volvió a elegir una de sus firmas favoritas, la marca suiza Akris , refugiándose en su silueta favorita, un vestido midi de corte recto y falda acampanada, sin mangas y con escote redondo, que resaltaba su figura y su físico de ex nadadora. 

Esta vez, las atrevidas tiras de cuero han dejado paso a un tejido de tul ligero, adornado con un bordado 3D de lentejuelas y pedrería. Los tonos azul medianoche del vestido estaban iluminados con cada movimiento por metales preciosos, dispuestos en patrones circulares, como las estrellas en un cielo de verano. 

La princesa decidió equilibrar el importante diseño del vestido usando solo sus aretes de diamantes y maquillaje mínimo. En definitiva, un aspecto brillante y reluciente como cuando sale el sol después de la tormenta, capaz de barrer todas las nubes del pequeño estado, y con ellas, también, todas las habladurías reales.

Este artículo se publicó originalmente en Marie Claire Italia. Traducción y adaptación: Paula Manso. 

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