Hubert de Givenchy a través de sus hitos

Lo aprendió casi todo de Balenciaga y contó con Audrey Hepburn como musa, amiga y embajadora. Pero no solo inventó la silueta globo o el escote Sabrina... repasamos los mayores hallazgos en la carrera del diseñador, que falleció en 2018.
Givenchy

Monsieur De Givenchy era el último de los de su raza. Cuando en París triunfaban Yves Saint Laurent o Pierre Balmain, el modisto comenzó a destacar. Nacido en París en el seno de una familia aristocrática, Hubert De Givenchy cursó estudios en la École des Beaux-Arts con otro diseñadores de la talla de Robert Piguet y Elsa Schiaparelli.

Debutó como aprendiz en el taller de Jacques Fath, uno de los grandes de la época. A los 25 años, abrió su propio taller, la Maison Givenchy. La primera colección que lanzó resultó revolucionaria: de estilo fresco, sus separates –camisas blancas de algodón apostaban por la libertad y comodidad–, abogaban por la democratización del lujo, lejos de la rigidez que defendían sus coetáneos. Un año después, conoció a dos personas sin las que no se entiende su figura: Audrey Hepburn y el diseñador Cristóbal Balenciaga. La actriz entró en su vida gracias a la película Sabrina. Givenchy era el encargado de vestirla. Para él fue toda una sorpresa. Tenía entendido que ‘la señorita Hepburn’ era Katharine, no Audrey. Se convirtieron en amigos íntimos y, además de vestirla en su vida personal, colaboraron en Una cara con ángel (con un despliegue que a Givenchy le valió el Óscar), Cómo robar un millón y… Desayuno con diamantes. En cuanto al modisto español, fue la mayor influencia estética que Givenchy recibió. Había admirado toda su vida al vasco y se convirtió en su discípulo. De él aprendió a trabajar volúmenes y proporciones –el vestido saco de Givenchy tiene bastante que ver con la silueta babydoll de Balenciaga, en este sentido–.

La diseñadora británica Clare Waight Keller acaba de dejar la dirección artística. ¿Quién le sucederá? A la salida de Riccardo Tisci (que ocupó el puesto durante doce años), la inglesa fue fichada para impulsar en la actualidad la herencia de esta firma de moda como casa de alta costura de los años cincuenta. Eso se traduce en recuperar la esencia de Hubert de Givenchy. Algo que parecía tan necesario en la compañía como en el resto del mundo de la moda. Pero no fue solo su defensa del buen gusto, de una elegancia pura. Hubert De Givenchy nos dejó muchos más hitos. Ahí van unos cuantos:

Cultivar el estilo propio

Cuando Hubert de Givenchy lanzó su primera colección, en 1952, lo hizo con una línea de ‘separados’: blusas elegantes y faldas livianas que combinaban líneas arquitectónicas y simplicidad. Defendía la idea de que una mujer podía crear su propio estilo en vez de seguir con sumisión los dictados de la moda, un concepto revolucionario.

Su relación con Balenciaga

Monsieur De Givenchy conoció al maestro español de la alta costura en 1953. Se convirtió en su discípulo y de él recibió una enorme influencia estética. Sobre todo, en lo que respecta a los volúmenes y cortes.

El escote ‘Sabrina’

Ese mismo año, conoció a Audrey Hepburn. Él era el encargado de vestirla para la película Sabrina, que se estrenó en 1954. Del look final de Audrey Hepburn, el de la escena donde Sabrina cena con Linus Larrabee, se popularizó la forma del cuello, bautizado como escote ‘Sabrina’. Se caracteriza por esconder la clavícula y dejar los hombros al descubierto.

La silueta ‘globo’

Mientras triunfaba la silueta bar (ceñida a la cintura y con amplio vuelo en la falda), el modisto defendió en 1957 una silueta que envolvía de misterio la figura femenina: no se ajustaba, sino todo lo contrario. De manera inevitable, nos recuerda al vestido babydoll, creado por su maestro, Cristóbal Balenciaga.

Sentó las bases de la minifalda

A finales de los años cincuenta, acortó el bajo de los vestidos, animando a sus clientas a mostrar más centímetros de pierna durante el día (algo reservado a la noche durante la época). La idea evolucionó en la minifalda, que vivió su esplendor en los sesenta.

Una actriz puso rostro por primera vez a un perfume

Hablamos de Audrey Hepburn y de L’Interdit, la primera fragancia que lanzó el modisto. Corría 1957 y gozó, cómo no, de un éxito inaudito.

Ganó el Óscar

Edith Head y él se hicieron con la estatuilla por el mejor vestuario gracias a su labor en la película Una cara con ángel (Funny Face).

Introdujo la silueta ‘princesa’

Sucedió al presentar una colección de 1959. Se componía de un cuerpo ajustado y una amplia falda con vuelo. Fue adoptada de inmediato por las novias de la realeza europea.

Trabajó para Jackie Kennedy

Fue por ejemplo el encargado de vestir a la Primera Dama americana durante su visita oficial a Francia en 1961, con un vestido de satén bordado con abrigo y guantes a juego. Este vestido satinado rojo fue otra de sus obras para la primera dama.

Un vestido histórico

En 1963, se estrenó Desayuno con Diamantes. El traje negro que lució Audrey Hepburn como Holly Golightly al principio del filme es historia de la moda. Se conserva, desde 2006, en el Museo del Traje madrileño.

Vistió al hombre…

Con un consolidado público femenino, Givenchy osó a trabajar para el público masculino. Su primera colección para caballero, Gentleman Givenchy, vio la luz en 1973. Desde entonces, la firma ha mantenido el menswear con gran éxito.

… Y a la aristocracia

El duque de Windsor y su esposa, Wallis Simpson, fueron sus clientes. Según relató el modisto en una entrevista, Eduardo VIII del Reino Unido no solo le felicitó por los magníficos vestidos que elaboraba para la duquesa de Windsor: en una ocasión le preguntó “por qué sus precios eran tan elevados”.

Cedió su testigo a John Galliano

Cuando el conglomerado de lujo LVMH compró su firma en 1988, Hubert de Givenchy se retiró. En 1995, el gibraltareño ocupó su puesto. Duró menos de dos años, pues lo ficharon en Dior. Lo sucedió Alexander McQueen en la Maison Givenchy.

Diseñó sellos para San Valentín

La Oficina de Correos de Francia comercializó sellos concebidos por Hubert de Givenchy durante el mes de enero de 2007 con el objetivo de celebrar el día de los enamorados.

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