Literatura, espías y feminismo, Elizebeth Smith es la protagonista de una historia real en la que se convirtió en la primera mujer criptoanalista de Estados Unidos. A lo largo de su vida, descifró más de cuatro mil mensajes que los nazis se intercambiaban entre Alemania y Latinoamérica, consiguió entender los códigos de Enigma, la máquina que codificada información y destapó los secretos y trucos de los contrabandistas para introducir el alcohol durante la Ley Seca. Esta mujer pasó de ser una apasionada de la literatura inglesa a ser una auténtica heroína de la Segunda Guerra Mundial. Lo descubrimos entre las páginas del libro ‘La mujer que rompió los códigos’ (Pinolia, 2024), escrito por el periodista Jason Fagone.

Durante el siglo XX, algunas mujeres consiguieron introducirse en distintos ámbitos y círculos que estaban liderados por hombres: Marie Curie, Clara Campoamor o Virginia Woolf, son algunos de los nombres de mujeres que consiguieron destacar en el siglo pasado por sus innovaciones en el mundo de la ciencia, sus avances en los derechos de la mujer o su predominancia en el mundo literario. Existieron muchas más, como Elizabeth Smith, que ayudó a ganar la Segunda Guerra Mundial gracias a su ingenio e inteligencia descifrando mensajes secretos. En el libro 'La mujer que rompió los códigos' (Pinolia, 2024), escrito por el periodista estadounidense Jason Fagone, puedes encontrar su vida relatada por ella misma y el propio autor de esta obra.
Todos conocemos la trascendental historia de Alan Turing, el hombre que creó una máquina criptográfica para desentrañar los misterios que enviaban los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Fue el matemático quien consiguió descifrar estos códigos secretos a partir de una máquina, la Bombe, que derrocó al bando nazi. Ahora nos toca descifrar la historia de la criptoanalista que consiguió ser escritora, criptoanalista, espía, madre y heroína.
Amante de la literatura y de los secretos que escondían los versos de Shakespeare
Una de las etapas que marcó su vida, a nivel personal y laboral, fue pertenecer al laboratorio Riverbank, fundado por un estrafalario millonario que creía que la identidad de Shakespeare era en realidad, Francis Bacon, un filósofo contemporáneo. Ella, junto a otros intelectuales, estudió y analizó todas las obras del dramaturgo británico en busca de un código secreto entre las líneas de palabras.
Fue ahí donde conoció a su marido, William Friedman, con quien pasó el resto de su vida descifrando códigos. En este proyecto, junto con el multimillonario, estudió criptografía y lenguajes de código que la llevaron a ir un paso más allá, comenzando a trabajar descifrando mensajes secretos.
De descifrar mensajes secretos de contrabandistas a frenar el fascismo por accidente
Aunque a comienzos del siglo pasado, los hombres “no creían que el sexo opuesto fuera intelectual o moralmente capaz de descifrar códigos”, esto hacía que las mujeres se aprovecharan del prejuicio, “para robar secretos en la sombra”. Y fue Elizebeth quien aprovecho esta oportunidad para convertirse en la primera mujer en este departamento. Consiguió avanzar y, a principios de los años 30, se convirtió en la jefa de criptoanálisis de la guardia costera de Estados Unidos.

Su labor era descifrar y saber todos los movimientos que los contrabandistas hacían en la costa, cuando llegaban los cargamentos de productos ilegales. Fue ahí, cuando, sin quererlo, comenzó a descifrar mensajes que nada tenían que ver con la Ley Seca, se trataba de información más comprometedora sobre el nazismo que interceptaron entre Latinoamérica y las costas de Estados unidos. Pasó a trabajar con su marido mano a mano para el ejército y terminó trabajando desde casa descodificando mensajes intervenidos del bando enemigo durante la Segunda Guerra Mundial.

La mujer que rompió los códigos
Jason Fagone