Hay películas que son un taquillazo y se olvidan en dos días y otras que directamente son un fracaso absoluto. Además, también existen aquellas ficciones que marcan a toda una generación (y también a las venideras) y que se alzan como iconos culturales. Sin duda, el último grupo está formado por un selecto grupo de films entre los que se encuentra Devil Wears Prada (El diablo viste de Prada para nosotras, las mortales). Estrenada el 6 de octubre de 2006 en nuestro país, esta película giraba en torno a todo lo ocurrido en la redacción de Runway, una revista en la que Miranda Priestly, interpretada por una magistral Meryl Streep, mandaba y los demás ejecutaban sin rechistar. Todo cambió cuando Anne Hathaway en el papel de Andy Sachs llegó a la oficina para dar cambiar el destino de una revista altamente exitosa. Por supuesto, en medio había líos amorosos y el retrato de un despiadado mundo de la moda. Aunque poco se ha hablado de este detalle, un perfume aparecía en los primeros minutos de película para dejar claro que belleza y moda van de la mano.
Cuando saltó la noticia del inicio del rodaje de El diablo viste de Prada 2 no tuve duda alguna: tocaba correr a Amazon Prime para degustar, por enésima vez, el film que encumbró la carrera de Hathaway. Una de las mejores cosas de ver una película más de un centenar de veces radica en que tienes la oportunidad de centrar tu atención en detalles que, a primera vista, son totalmente insignificantes. De este modo, centré mi mirada en los tres minutos que dura la escena inicial. La opening scene (que puedes ver en YouTube) muestra a diversas mujeres preparándose para un día de trabajo. Entre el armario y el tocador de estas neoyorquinas hay un frame en el que podemos observar la presencia de un icónico perfume que salió al mercado en 2004 para convertirse en la primera fragancia de Prada.
Corría el año 2004 cuando la firma italiana decidió dar el paso de lanzarse al universo de la perfumería. Como muchas otras marcas, el primer perfume llevaba su nombre, Eau Prada. Para publicitar dicha novedad, el equipo de marketing contrató a una las modelos más codiciadas del momento, Daria Werbowy. Fotografiada por Mario Sorrenti, en la campaña se apreciaba el elegante frasco de Prada Eau de Parfum, también conocida como Prada Amber, situado en frente del rostro de la modelo. Este perfume fue co-creado por tres grandes nombres de la perfumería, Carlos Benaim, Max Gavarry y Clément Gavarry.


Amaderada, cálida, especiada, balsámica, terrosa, empolvada y con un punto avainillado, este perfume encarnaba todo lo que se consideraba elegante a principios de siglo. Una composición altamente compleja que unía una salida de bergamota, mimosa, naranja amarga y mandarina con un corazón de pachulí, rosa y pimienta rosa. Como fondo, benjuí, sándalo, almizcle, ládano y haba tonka. Tal fue el éxito de Prada Amber que se alzó con el galardón FiFi Award Fragrance Of The Year Women's Luxe 2005.

A lo largo de la película, la imagen protagonizada por Daria Werbowy aparece en una segunda escena. En una de las intensas reuniones creativas para dar forma a la versión de papel de Runway, Stanley Tucci (el director creativo al que daba vida Nigel Kipling) posaba ante un panel de inspiración en el que brillaba la campaña de Prada. De vez en cuando, una se cree Glòria Serra, y este fue uno de los instantes en los que me sentí una más de Equipo de Investigación.

Casi 20 años después del estreno de El diablo viste de Prada, desconocemos si esta serie de guiños a Prada Amber eran una estrategia de marketing perfectamente planificada o una suma de magníficas casualidades. Un misterio sin resolver que, quizá, el director de la película David Frankel se encarga de desvelar algún día. Evidentemente, como buena amante de los perfumes estaré atenta a cada frame de El diablo viste de Prada 2.