A José María Michavila la vida le sonríe. El expolítico está de buena suerte en el amor, ya que ha encontrado en Alejandra Salinas, una guapa catalana arraigada en Sevilla, la pareja perfecta para iniciar una nueva etapa en la que los planes de boda ya están sobre la mesa.
Pues sí, esta es la buena nueva que acaba de trascender y en la que el exministro de Justicia y su novia tienen puestas todas sus ilusiones. Antes han tomado otra determinación para llegar a compenetrarse al máximo y es que Alejandra se muda para convivir junto a su enamorado en una casa en la urbanización de Puerta de Hierro de Madrid, donde compartirán el día a día con sus respectivos hijos. Pero… ¿Quién es Alejandra salinas? Nosotros os lo contamos.
La relación de Michavila con Alejandra Salinas comenzó hace tres años, cuando ella cantaba en el coro de la Iglesia de san Andrés de Madrid y él quedó prendado de esa mujer rubia y un tanto exuberante que pasó a ser su compañera sentimental. Nacida en Cataluña, se casó con Diego Mora-Figueroa Iturbe, marqués de Saavedra, una boda a la que asistió el entonces príncipe Felipe de Borbón, que es amigo de la novia, llegando a comentarse que habían mantenido un breve idilio. El matrimonio se mudó a la capital y tuvieron dos hijos, Gaspar y Dagmar, divorciándose en 2014.
Antes de convertirse en una mujer casada Alejandra, que estudió Económicas en la Universidad, fue modelo de Mario Testino y desfiló para las firmas Balmain y Ungaro. Más adelante creó la fundación Contemplare, dirigida a ayudar a las monjas a sacar al mercado sus productos artesanos vía digital, ya sean dulces, figuras para los belenes o cosmética natural.
La familia de Alejandra tiene un arraigado árbol genealógico, pues su abuela por parte de madre es Marie ‘Missie’ Vassiltchkov, una princesa rusa emparentada con los Romanov, y su abuela paterna es Asunción Milá, hija del conde de Montseny, tía de Mercedes y Lorenzo Milá. Es esta mujer por la que la novia de Michavila termina en la ciudad del Guadalquivir y con una entrañable unión a la Casa Palacio de Sevilla, propiedad de su abuelo Manuel Salinas Benjumea, un lugar que se baraja para su próxima boda.
José María Mitchavila no puede estar más feliz con ella y por eso ha tomado la decisión de pedirle matrimonio y comenzar su convivencia junto a cuatro de sus hijos, Ana, Beatriz, José y Juan, ya que la mayor Irene, está casada, y los dos vástagos que tiene Alejandra. Un paso más del expolítico que perdió a su primera esposa, Irene Vázquez, a causa de un derrame cerebral por complicaciones en su último parto. Además, también mantuvo un noviazgo con Genoveva Casanova que finalmente se trunco, conociendo después a la que se va a convertir en su segunda esposa.
Tres años de noviazgo
Ahora se cumplen tres años desde que el exministro conociera a Alejanda en la Iglesia de San Andrés de Madrid, donde ella cantaba en el coro, quedó tan fascinado que no paró hasta convertirla en su pareja.
Fuerte personalidad
Alejandra Salinas tiene un peculiar carácter que le viene de familia, solo hay que conocer a sus tíos, Mercedes y Lorenzo Mila para saber de lo que hablamos.
Compenetrados
Mitchavila y su novia están muy unidos y comparten gustos, sobre todo culturales, por eso suelen asistir a los espectáculos que se ofrecen en el Teatro Real de Madrid.
Flamenca
Su unión con Sevilla y sus tradiciones le viene de familia ya que su abuelo, Manuel salinas Benjumea, era el propietario de la Casa Palacio de Sevilla, ahora en manos de su hijo y posible enclave de su boda.
Pareja oficial
Su noviazgo transcendió desde hace bastante tiempo y por eso el exministro acude con ella a los actos oficiales que le invitan, como a la recepción del Día de la Hispanidad.
Madre divorciada
Alejandra, que fue modelo en su juventud, tuvo un primer matrimonio con Diego Mora-Figueroa Iturbe, marqués de Saavedra, con quien tuvo dos hijos y del que se divorció en 2014, con ellos y los hijos de José María va a empezar a convivir para conocerse aún más.
Filántropa
Le gusta ayudar a los demás y creó la fundación Contemplare, para echar una mano a que las religiosas vendan sus productos artesanos por internet, algo que también caracteriza a José María Mitchavila que es muy devoto.
