Al pie de la muralla de Dalt Vila, cerca de la plaza del Mercado, hay un edificio de finales del siglo XIX, presidido por una tribuna de estilo colonial, en cuya fachada encalada trepan buganvillas. Es la casa del paisajista madrileño Juan Masedo y esta es la historia del encuentro con ese excepcional balcón ('tribuna' como lo llaman los ibicencos).
"Cuando decidí comprarme una casa en la isla, descubrí que la casa de la tribuna que tanto había admirado desde hacía años estaba en venta. Me cautivó su aire colonial".
Enamorado de ibiza
El influjo del Mediterráneo trajo a Juan a Ibiza hace ya 22 años. La historia de por qué se convirtió en paisajista nació de otro encuentro, el que tuvo con Can Frit, y en particular con el jardín de esa casa ubicada en mitad del campo en donde vivió los primeros diez años.

"Can Frit despertó en mí la pasión por los jardines, fue mi escuela en mi aprendizaje autodidacta". Cuando se vendió la casa, el entusiasmo y admiración de los nuevos propietarios ante el jardín que se encontraron fue tal, que encomendaron a Juan el trabajo de continuar el proyecto y así surgió su primer cliente y empresa.
"Desarrollar mi proyecto en un jardín de ese tamaño y características supuso contratar a un equipo a mi cargo y ahí empezó todo", explica. Después, llegaron otros encargos, como el jardín del restaurante Macao o los de las casas de Sert, y a partir de ahí los proyectos comenzaron a ser más importantes y sus clientes más internacionales.

Juan es un paisajista especializado en jardines de Baleares, concretamente en los de Ibiza. Crea espacios que se integran en la naturaleza autóctona de la isla. "Mis clientes perciben sus jardines como algo que siempre hubiera estado ahí. Casi siempre son los árboles y las plantas los que me atraen hacia el lugar, me eligen más ellos a mí que yo a ellos, y eso se transforma en algo muy natural, intuitivo y armónico".
La casa de Juan tiene mucho de sus jardines, de lo que en ellos proyecta en la búsqueda de la belleza. "Lo importante en un espacio exterior o interior es que transmita paz, y creo que cuando la gente entra en mi casa o en mis jardines perciben ese sentimiento".

Mirando a miró
Cuando Juan adquirió su casa, se lanzó a transformarla, a crear su mundo como si de uno de sus jardines se tratara. "Mi inspiración primordial fue Joan Miró. Siempre me ha atraído su luz, su paleta de colores".
El juego sensorial lo aportan los cristales de la tribuna y de las puertas; una combinación de los cuatro colores básicos: rojo, azul, verde y amarillo. Unificó todo el espacio con un suelo de baldosas hidráulicas azules. "Elegí ese azul porque me recordaba al mar", confiesa.

Preservó el carácter colonial de la tribuna eliminando con una lija las capas de pintura plástica que escondían el verde de las carpinterías de antaño de la marina ibicenca. Instaló estores de madera que tamizan la luz para no dañar las plantas.
La reforma consistió en eliminar pasillos que limitaban los espacios, en unificarlo con el mismo suelo y en pintar de blanco paredes y carpinterías. Prácticamente todas las ventanas dan al exterior y todas tienen las típicas persianas venecianas, que se utilizan en todo el Mediterráneo.

"Es una casa muy luminosa, me encanta la luz que crean las persianas venecianas ya que la luz de Ibiza es tan intensa que hace falta tamizarla. Mi casa es mi refugio, es una casa cómoda, en la que me gusta cocinar, recibir a mis amigos”.
“Está ubicada en uno de los barrios más bonitos de Ibiza, me gusta bajar a la calle y respirar la vieja ciudad y sentir toda la vida que ha pasado por ella, y a todas las personas tan increíbles que han caminado por sus calles".

El mundo en casa
"Para crear mi hogar, la simplicidad, la amplitud y la frescura fueron requisitos que seguí, pero para mí una casa debe ser también funcional. La decoración fue llegando poco a poco como un jardín que vas viendo crecer. No tengo prisa en decorar, como en mis jardines con mis plantas. Primero me llega el mueble y tranquilamente le busco el lugar. Cuando lo encuentro, es como si siempre hubiese estado ahí".
Muebles traídos de su anterior casa y piezas encontradas a su paso por el mundo. Telas antiguas, objetos, algún mueble importado de India, Indonesia, Sudamérica, norte de África...

También hay obras de arte; la mayor parte de ellas adquiridas de grandes amigos artistas como las del fotógrafo y cineasta Alain Deymier o las del fotógrafo Pedro Albornoz, o el pintor Kodak. Muebles vintage de autores escogidos como Eero Saarinen o Michele de Lucchi, cuya lámpara Tolomeo se repite en cada espacio en todos los colores y formas. "Cuando hay algo que me gusta mucho me lanzo a por ello, no me importa repetirme", explica.
En casa de Juan no hay nada banal, todo tiene un porqué. Te sientas en el salón, en los sofás cubiertos exquisitamente por un lino francés del siglo XIX y a tus manos llega su cuaderno de dibujos de viaje, o unas piedras aventurinas de colores, un libro dedicado...Todo en ella es fiel así mismo, una obra propia. "Mis clientes me llaman el jardinero fiel", ríe