El ruido de las olas que rompen bajo la montaña es el único sonido que irrumpe en el silencio de este pequeño paraíso de paz, situado al norte de la isla de Ibiza, la zona más tranquila y virgen de este popular destino de fiesta.
Como un oasis, ajeno a los reclamos de las discotecas que pueblan las playas, esta construcción, que respeta la arquitectura tradicional de la zona, enyesada en blanco, parece un templo budista, a juzgar por las estatuas que presiden la entrada al jardín.

Pero lo cierto es que se trata de varios templos dentro de un mismo edificio, ya que cada uno de los tres pisos de esta casa está concebido para ofrecer a sus habitantes pequeños refugios individuales y privados, como las diferentes terrazas con vistas al mar y a la naturaleza autóctona y tropical que crece en el jardín.

El salón, presidido por dos mesas de centro en madera, procedentes de Bali, y rodeadas por chaises longues, de Maison d'Elephant, siempre en blanco, es un espacio que invita al relax y al ensimismamiento. Las lámparas, con pies de madera, son de Happinez.
Naturaleza por dentro y por fuera
Proyectada para hacer vida (o varios tipos de vida) en su exterior, el interior de S'Atalaya de San Joan también se abre a la naturaleza salvaje que la rodea.

Una cocina funcional en blanco, con elementos naturales como los taburetes de madera, la encimera de mármol, de Can Curreu, y el frontal de piedra.
Así la concibió la interiorista Dolores Batselaere al apostar por una estética minimalista de bajo impacto y reminiscencias zen, salpicada de vibrantes elementos naturales, con la madera y la piedra como principales protagonistas.

La calidez y la energía de estos elementos, que decoran separando ambientes, dan vida a un hogar en el que no parece transcurrir el tiempo, invitando a una existencia apacible de despreocupación y relax.
En verano, los días pasan al borde de la piscina, bajo la sombra de los pinos, o leyendo un libro, tomando el sol en el chill out que preside la casa desde la azotea. Así, hasta que llega la noche y uno puede recogerse en una de las habitaciones de la casa a meditar entre sábanas de lino.

La otra opción es seguir con la vida al aire libre, ya que la casa está pensada para celebrar fiestas en la piscina, que dispone de una barra de bar camuflada. Las tres caras de Ibiza, mística, festiva y soleada, en un único lugar, una isla dentro de la isla.
En la planta baja de la casa, una terraza con suelo de piedra natural, de Can Curreu, se mezcla con la naturaleza salvaje de la zona, rodeando la piscina con tumbonas y un chill out de mimbre, de Viveros Agua y Jardín.