Las influencers trabajan sin horarios y viven una vida de ensueño. Al menos, eso nos parece al otro lado de la pantalla. Son la voz de las marcas y el espejo en el que mirarnos. El reflejo de nuestros anhelos y el ejemplo de cómo nos sentiremos cuando alcancemos nuestras aspiraciones. Porque si hace 20 años nos hubiesen hablado de los trabajos del futuro, nuestra imaginación ni siquiera habría llegado a esbozar una mínima parte del paradigma en el que vivimos.
HABLAMOS DE LAS 'INFLUENCERS'
Criticadas a la vez que alabadas. Porque, en el fondo, ¿quién no querría vivir de las redes sociales? Hay quien se aventura a decir que no es un trabajo de verdad, que viven del cuento o que cualquiera podría hacerlo. Pero, si cualquiera puede, ¿por qué no hemos optado todas por escoger el camino "fácil"? La influencer Abril Cols (Barcelona, 1999) se posiciona al respecto: "Si se le diera a todo el mundo la oportunidad de dedicarse a esto, estar expuesto las 24 horas del día, no tener horarios fijos durante la semana, sufrir la incertidumbre de qué es lo que vas a cobrar a final de mes... Estoy segura de que muchas personas preferirían trabajar en una oficina de lunes a viernes, desconectando de su trabajo durante el fin de semana, porque no todo el mundo aguanta esta presión".

Existe una diferencia abismal entre la figura de la influencer y la de la celebrity. La primera nos genera la sensación de estar hablando con una amiga cercana. Existe un factor de identificación: son personas 'normales', alcanzables, que estudian o trabajan de la misma forma que nosotras lo hacemos. Sin embargo, las celebrities parecen lejanas e irreales, casi ficticias. Nos resultan ajenas; experimentan otros ritmos vitales y sus estilos de vida son caros y desenfrenados. Y es ahí donde está la clave del éxito de las influencers. La celebrity trata de vendernos algo. La influencer es una persona de confianza que nos recomienda un producto que le está funcionando. Es cercana y sus palabras tienen peso.
¿UNA PROFESIÓN DURA?
Hace unos meses la tiktoker Lola Lolita (Alicante, 2002), lanzaba al aire en el programa Gen Playz de RTVE que "la gente no se da cuenta de todo lo que hay detrás, del trabajo de creación de contenido para redes", tras quejarse de lo difícil que es la exposición mediática a la que están sometidas y de que, a menudo, "no tienen ni vacaciones". La oleada de críticas en redes fue inminente, comparando la labor del influencer con otro tipo de jornadas más extensas y peor pagadas.

"El trabajo de influencer es relativamente fácil, pero sí que tienes mucha carga mental. Obviamente no se puede comparar con las personas que están en la obra, cargando cosas con su propio cuerpo, en los que hay mucho riesgo a nivel físico. Tampoco con los barrenderos, que se levantan a las cuatro de la mañana. No es un trabajo que conlleve mucha carga física, pero es bastante difícil a nivel mental, porque tienes que estar todo el tiempo intentando mantenerte actualizada, relevante y creativa. Y eso te drena", opina Grace Villareal (Colombia, 1989), una de las pioneras de la primera hornada de youtubers en España.

Abril Cols ya opinó en su día acerca de esta polémica en TikTok, a lo que añade: "Todo el mundo se cree con voz y voto para hablar de este trabajo, aunque no se dediquen a ello. Ser creador de contenido es un trabajo muy privilegiado que tiene sus cosas positivas y negativas, siendo las primeras más que las segundas. Es indiscutible. Y, además, está muy bien pagado. En la cultura americana la sociedad admira a las personas que han sido capaces de tener éxito y ganar grandes cantidades de dinero trabajando de forma honrada con el mínimo esfuerzo posible, siendo incluso fuente de inspiración para muchos y un ejemplo a seguir. En las redes sociales de nuestro país pasa todo lo contrario. Son muchas las voces que menosprecian a las personas que son capaces de ganar dinero con un trabajo que no le suponga realizar grandes esfuerzos y sacrificios. Entonces, como sociedad, ¿deberíamos enseñar que el éxito en el terreno laboral consiste en conseguir un trabajo de 8 a 12 horas diarias con un salario medio y cuanto más duro, mejor? O, por el contrario, ¿deberíamos aspirar a conseguir uno que nos permita ganar mucho dinero con poco esfuerzo?".
Como en el caso de cualquier autónomo en España, las rutinas productivas de las creadoras de contenido son muy variables. "Ser dueñas de nuestro tiempo puede ser, al mismo tiempo, una ventaja y un inconveniente, en base al volumen de trabajo que tengamos. Mi día es tan normal como asistir a la universidad, tener un par de clases, tomarme algo en un bar con mis amigos, ir al gimnasio y ver una serie, como tener un rodaje en París, viajar para asistir al Coachella, o una mezcla de ambos, ir a la universidad por la mañana y por la tarde a la premiere de Avatar. Ambas Marinas coexisten y forman parte de mí, es como que vivo dos vidas paralelas que se complementan al 100 %", explica Marina Rivers (Madrid, 2002), otra de las tiktokers más influyentes del momento, que compagina sus estudios universitarios de Derecho y Economía con su carrera en redes.

PENDIENTE DE UN HILO
Respecto a la inseguridad salarial implícita del oficio, Abril Cols apunta: "Los ingresos de un creador de contenido son muy variables e inestables, pueden variar mucho de un mes a otro. No todas las colaboraciones son remuneradas y tampoco recibes un ingreso directo de Instagram por publicar contenido". En su caso, Grace Villarreal combina su labor en redes con codirigir su empresa de moda, The Villa Concept. Además también es propietaria de Pic&Nic, su propia cadena de comida americana para takeaway y delivery. "Cada día es un mundo. Nunca tengo un horario fijo porque, a lo mejor, tengo un evento por la mañana y al día siguiente lo tengo por la tarde. Nunca se sabe. Pero a las 5:00 de la tarde yo recojo a mis niñas. Intento no ir a ningún evento por las tardes, a no ser que sea superimportante, porque me gusta centrarme en mi familia, que es lo más importante para mí".
LIDIAR CON LAS CRÍTICAS
La inestabilidad, los horarios variables y la obligación de mantenerse constantemente conectadas, actualizadas y presentes en redes, generando contenido innovador capaz de mantener el interés del público para continuar siendo relevantes, pone sobre la mesa la cuestión de la salud mental de las influencers y cómo estas pueden verse afectadas por la sobreexposición mediática a la que se enfrentan a diario.
Patri Goe (Barcelona, 1996), cuenta que "ser juzgada hoy en día es algo que se ha normalizado. Recibir críticas mediante perfiles que no conoces es bastante desagradable. En mi entorno, he llegado a leer cosas muy desgarradoras, las cuales jamás entenderé. La exposición no debería dar derecho a recibir todo tipo de comentarios. Y, cada vez, te planteas más qué publicar por miedo a cometer un error y ser juzgada en todo el sector mediático. El ámbito emocional se tiene que proteger y ejercitar, ya sea mediante terapia, o un buen entorno que te sepa mantener al margen de toda esa realidad".

Abril también se suma a esta lucha añadiendo: "La mayoría de los haters creen que ser acosado en público, sufrir hate o tener problemas de salud mental van incluidos en el dinero que se gana por ser influencer. Para ellos es el precio de la fama, pero la realidad es que no hay precio que justifique ningún tipo de odio hacia otras personas".
En el momento que atravesamos, la hiperconectividad vigente sitúa a las figuras públicas en una posición susceptible de ser juzgadas bajo el baremo de todo aquello que atente contra los valores de lo políticamente correcto. La conocida cultura de la cancelación —una tendencia extendida a través las redes sociales— no es más que otro tipo de una censura que sentencia a cualquier persona que transgreda lo ideológicamente aceptado. "A mí no me importa el feedback de la gente. Para mí es mucho más importante lo que piensa mi familia de mí. Yo sé quién soy, sé por qué hago las cosas, sé hacia dónde voy, o sea Influencers que lo que me digan desde fuera no me va a afectar. La gente tiene muy cambiadas sus prioridades. Si tu prioridad es el trabajo, entonces todo lo que tenga que ver con eso te va a tambalear. En mi caso, no. Mi trabajo es importante, pero hay otras muchas cosas que lo son más", concluye Grace Villarreal.
Ser influencer es un trabajo al alcance de cualquiera que tenga acceso a un teléfono móvil, pero en el que no hay garantía de éxito. Solo unas pocas pueden jactarse de vivir de ello y de haber podido construir una comunidad firme de seguidoras que las respalden. Con picos muy altos —pero también muy bajos— y con el coraje para ser capaz de mostrarse en todas sus facetas ante un mundo que se cree con el derecho de sentenciar todo lo que ve. Ante un mundo que olvida que, detrás del objetivo, hay personas que sienten, entienden y perciben.