El plan para un día de lluvia en Madrid que toda fan de Los Bridgerton no se puede perder

El Museo Nacional del Romanticismo, ubicado en un palacete madrileño, cumple 100 años mostrándonos cómo vivía la alta burguesía decimonónica.
'Los Bridgerton' serie

¿Imaginas qué pensaría Isabel II si supiese que hace 100 años el marqués de la Vega-Inclán fundó en Madrid un museo dedicado a su época? ¿Y qué crees que sentiría su fundador al ver que su retoño cumple un siglo?

Ya te lo adelantamos, sentirían orgullo y seguramente, si volviesen a la vida, pondrían rumbo a la calle de San Mateo, deteniéndose ante el número 13 y atravesando el zaguán del palacete para imbuirse plenamente en el siglo XIX.

El Museo Nacional del Romanticismo y Los Bridgerton

Entrar en esta casa museo es hacer un viaje en el tiempo en el que a través de mobiliario, pintura, abanicos, relojes, joyas y un sinfín de piezas más puedes hacerte una idea de cómo era la vida de una familia de la alta burguesía o de la aristocracia durante esta centuria.

Museo Nacional del Romanticismo

Sus salas son un reflejo de la historia de la España decimonónica y nos acercan a las personalidades más relevantes del Romanticismo: podrás leer los versos de la poeta Carolina Coronado, contemplar a Bécquer en su lecho de muerte, conocer a Bárbara Lamadrid (la primera actriz que interpretó a doña Inés en el Tenorio) o recitar la Canción del Pirata junto al mismísimo Espronceda.

Pero, además, cada una de las estancias del museo permite adentrase en los usos y costumbres del XIX: ¿Cómo se vestían y relacionaban en sociedad? ¿Dónde se reunían los caballeros para charlar? ¿Qué eran los lances de honor? ¿Cómo jugaban los más pequeños de la casa?

Museo Nacional del Romanticismo

Volviendo a la reina Isabel II, es ella, vestida con un traje azul de raso y retratada por Federico de Madrazo, quien da la bienvenida al Salón de Baile del museo, lugar destinado a estos eventos en las viviendas decimonónicas.

Una de las vitrinas del museo exhibe un carné de baile en nácar (si has visto Los Bridgerton te resultará familiar), y es que en el XIX las damas anotaban aquí, por riguroso orden de petición, los nombres de sus compañeros de baile.

En esta fotografía estereoscópica (muy de moda en la segunda mitad del XIX) tres damas y un caballero posan elegantemente ataviados junto al piano de un salón, acompañados de un lacayo. - Fabian Alvarez Martin

También al sentarse a la mesa existían curiosísimos protocolos que podrás imaginarte frente al comedor, una de las salas más admiradas por los visitantes. 

Pero este museo es mucho más, pues desvela costumbres especialmente llamativas de esta época, hoy casi olvidadas, como la de llevar pequeñas joyas elaboradas con el cabello de un ser querido para tenerle siempre presente.

Broches, brazaletes o collares que, además de exponerse en una de las vitrinas, aparecen en algunos de los retratos que engalanan las paredes de este museo centenario.

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