El dinero no da la felicidad, pero ayuda, y mucho. Sobre todo, en términos de tranquilidad e independencia (y de dormir apaciblemente, para qué mentir). A lo largo de la infancia, el dinero parece no existir. Es un ente invisible del que escuchamos a los adultos hablar, pero no una realidad palpable. Al crecer y pagar tu primer mes de alquiler, es duro darse cuenta de que el dinero tiene un vínculo mucho más íntimo con el bienestar emocional de lo que parece a simple vista.
En teoría, las parejas deberían construir su unión sobre los cimientos del amor, el respeto y la felicidad. Lejos de esto, la realidad plantea otro triste escenario: el dinero es el eje central de numerosos vínculos escasos de libertad. Esta dinámica, en muchas ocasiones, dibuja una relación desigual de la que es prácticamente imposible escapar (en especial, para las mujeres).

Tabitha Lasley trabajaba como periodista en una revista inmobiliaria de Londres y su vida dio un giro de 180 grados cuando descubrió que su novio era abusivo. A veces, una "mala experiencia" nos empuja a analizar nuestra existencia y a salir en busca de nuestros propios sueños. Así fue para Lasley, que dejó todo lo que tenía en la capital británica para dedicarse a su gran deseo: escribir un libro sobre las plataformas petroleras en el Mar del Norte. Bajo el nombre "Sea State" ("Estado del mar") podemos leer cada uno de sus aprendizajes.
Las plataformas petroleras en el Mar del Norte eran la excusa perfecta para analizar la vida de sus trabajadores. Mayoritariamente, hombres de pueblos postindustriales del norte de Inglaterra, donde creció la periodista. De este modo, Tabitha llegó con sus maletas a la capital europea del petróleo, Aberdeen, en Escocia. Allí, alquiló un apartamento durante 5 meses, donde compartió las 24 horas del día con estos hombres que trabajan día y noche en una industria caracterizada por el patriacado más rancio. La BBC ha entrevistado a esta periodista y escritora y cada una de sus palabras son verdades como catedrales.
Nada más llegar a la fría Aberdeen, Tabitha se enamoró del primer trabajador al que entrevistó. Este dato parece meramente anecdótico, pero no lo es, ya que ayudó a la escritora a estudiar cómo el dinero moldea la mayoría de relaciones amorosas con un hombre y una mujer como protagonistas.

En Aberdeen, es habitual que los hombres pasen largas jornadas alejados del hogar. De este modo, "no logras crear los mismos vínculos que pueden crean otras personas que tienen un trabajo de 9am a 5pm", recalca la periodista. La solidez de una relación estable se configura gracias a los pequeños actos que se comparten en el día a día. Los obreros escoceses de la industria petrolera están ausenten gran parte del tiempo y, por ende, se pierden las actividades en familia que refuerzan los vínculos.
"Cuando alguien controla todo el dinero en una relación, también controla la relación y de una manera muy profunda"
Uno de los principales puntos del "Sea State" reside en el lazo que existe entre dinero, amor y familia. "Cuando alguien controla todo el dinero en una relación, también controla la relación y de una manera muy profunda", subraya Lasley. El dinero es control y el control es poder. De este modo, es complejo disfrutar de una relación sana cuando el dinero no se gestiona correctamente. Con esto, la periodista no defiende que todas las parejas que viven desigualdades de ingresos sean abusivas, pero sí añade que "casi todo abusador es abusivo financieramente además de todo lo demás, porque es una manera muy efectiva de ganar el control".

Los datos que ofrece la inglesa son escalofriantes: "El 96% de las parejas abusivas son financieramente abusivas, aparte de ejercer otras formas de abuso". Muchas mujeres han dedicado su vida a la casa y a la crianza no disponen de independencia económica. Como consecuencia, carecen de libertad para dejar atrás su hogar abusivo e iniciar una nueva vida.
Bajo su punto de vista, esta desigualdad (por suerte) desaparece en otros casos, "creo que al menos en Reino Unido hoy en día, en las clases medias importa cada vez menos si eres hombre o mujer. Ambos sexos tienen ingresos más o menos similares y tienen más o menos el mismo poder". Eso sí, de nuevo aparecen los conceptos "clase" e "ingresos".
"Mientras más baja es la clase social, las mujeres y los hombres son más extraños unos a otros", considera Lasley. "Eso es porque los roles de género están mucho más encuadrados. Las mujeres en la casa y los hombres ganan más dinero". Así, se refuerza el siguiente mensaje: una mujer de clase baja lo tiene mucho más difícil para construir un vínculo heterosexual igualitario.
Convivir varios meses con los trabajadores del petróleo en Escocia sirvió a Lasley para descubrir que, en realidad, ya no ganan tanto dinero como hace 40 o 50 años y que su existencia no está marcada por la felicidad. "La mayoría de los trabajadores estaban deprimidos y siempre de mal humor", sentencia la periodista. Y sí, esta infelicidad se traslada en un ambiente poco agradable en casa.
La periodista fue tildada de "prostituta" en varios ocasiones por compartir su tiempo en una industria protagonizada por hombres anclados en el pasado. "En las plataformas petroleras hay mucha misoginia, debido a que muchos de los hombres que trabajan allí son mayores, se han divorciado una o dos veces y cargan una especie de rencor hacia las mujeres que transmiten a los más jóvenes", relata Tabitha en la BBC.

Pese a que hemos catalogado el enamoramiento de la periodista con el primer trabajador al que entrevistó en Escocia, la relación duró durante 5 meses. Como puedes imaginar, la cosa no terminó como un cuento de Disney. "Todos los días había un giro. Todos los días pasaba algo. Aquel tipo era un desastre, le dio un vuelco a mi vida como un tornado. Creó demasiado drama durante cinco meses y luego desapareció de un día para otro", explica la periodista.
¿Cuál es la sorpresa detrás de esta historia de "amor"? Muy fácil: él estaba casado. Infiel y controlador, así era este trabajador del petróleo que gestionaba la entrada de dinero en su núcleo familiar. Su esposa, víctima de violencia económica, inició una campaña de persecución contra Lasley, a la que culpabilizó de la infidelidad que cometió su marido. "Mucha gente perdona a parejas infieles porque al final es demasiado lío romper un matrimonio, especialmente si tienes hijos y si tienes tiempo sin trabajar porque abandonaste tu carrera para cuidar a tus hijos", señala la escritora.
El trabajador quiso dejar a su mujer por la inglesa (tras verla solo seis veces, un movimiento un tanto alarmante), pero no fue así por motivos financieros. "Después de que le dijo a su esposa que la iba a dejar, ella contrató a un abogado que le dijo que tenía que pagarle 1.400 libras al mes y al oír eso decidió que ya no estaba enamorado de mí". Porque claro, él tendría que pagar los honorarios de dicho abogado. De nuevo, la riqueza impuso sus normas.
La historia de Lasley tras abandonar a un novio abusivo en Londres para cumplir su sueño en Escocia se saldó con una nueva relación bañada por la desigualdad. No importa que tu pareja sea un oficinista londinense o un trabajador del petróleo en Aberdeen, las mujeres sufrimos distintos tipos de abuso en nuestros vínculos afectivos con hombres de forma habitual. La violencia económica es uno de los infinitos caminos que demuestran que, en pleno 2024, es complejo escapar de las garras del patriarcado.