Dolor crónico, ese falso mito de que las mujeres exageramos

El dolor crónico es más frecuente en la mujer por un doble componente biológico y cultural
Dolor cronico y mujer
El dolor crónico afecta más a las mujeres, pero se diagnostica y trata más tarde - El dolor crónico afecta más a las mujeres, pero se diagnostica y trata más tarde Foto IStock

El dolor crónico afecta más a las mujeres que a los hombres y este fenómeno tiene una doble explicación: biológica y cultural. Las hormonas sexuales femeninas pueden modular la intensidad del dolor y hay diferencias en el procesamiento cerebral del dolor entre hombres y mujeres, pero también es cierto que se nos ha educado en que hay que aguantar y esto hace que, cuando finalmente pedimos ayuda, el dolor se ha cronificado y sea más difícil de tratar.

Aunque no hay evidencia científica, porque los estudios se han hecho en hombres, “sí tenemos evidencia clínica de que el dolor crónico afecta más a las mujeres”, afirma el Dr. David Navas, Anestesista y especialista en Medicina Integrativa focalizada en dolor en la Clínica FEMM de Madrid. “Afortunadamente la tendencia está cambiando, pero se suele diagnosticar antes a los hombres y pautarles antiinflamatorios, mientras que a las mujeres en la misma situación se les trata con ansiolíticos”, explica. 

Pero ¿qué es el dolor crónico y qué le diferencia de otros tipos de dolores? La Dra. Isabel Gómez, también Anestesista de la misma unidad, explica que el dolor crónico “es aquel que dura más allá del tiempo habitual de curación. Suele ser un dolor que dura más de tres meses”. Frente al dolor “normal” que llamamos “dolor agudo, y que es un sistema de alerta ante una enfermedad o una lesión, cuando se alarga en el tiempo, deja de ser una señal de alerta para convertirse, en sí mismo, en una enfermedad. Y entonces hablamos de dolor crónico, porque ya no cumple una función protectora frente a una amenaza y se mantiene incluso cuando la causa inicial ha desaparecido”.

Invisible, pero altamente incapacitante

“En estos casos, el sistema nervioso permanece activado, en continua alerta, como si existiera una amenaza, lo que genera un impacto profundo en la calidad de vida de las pacientes”, explica la Dra. Isabel Gómez.La fibromialgia, el dolor pélvico crónico, las cefaleas tensionales o migrañas, la endometriosis, la dismenorrea (dolor menstrual intenso) y el dolor cervical y lumbar, son algunos de los dolores crónicos más comunes entre mujeres. 

“También vemos con frecuencia dolores articulares relacionados con enfermedades autoinmunes, como el lupus o la artritis reumatoide”, explica el Dr. Navas, que destaca que el principal problema para estas pacientes es que “son invisibles desde fuera, de difícil diagnóstico con pruebas complementarias. Pero es un dolor real y profundamente incapacitante en el día a día”.

La Dra. Isabel Gómez apunta que hay una serie de factores sociales y culturales que “han influido históricamente en cómo se percibe y trata el dolor femenino. Ya, desde la antigua Grecia, se atribuían muchas enfermedades a trastornos del útero (histeros). Y las mujeres hemos sido educadas para ser fuertes y poder con todo, y eso también juega un papel en su evolución hacia la cronicidad”.

“A pesar de los avances, existe un sesgo histórico que ha minimizado el dolor femenino y eso tiene consecuencias médicas y emocionales muy profundas"

Muchas mujeres siguen sintiendo que no son escuchadas o entendidas, que su dolor no es tomado en serio o que es atribuido únicamente a causas emocionales”, se lamenta. “Hemos visto pacientes con dolor crónico, muy tocadas emocionalmente, que llevan años peregrinando de consulta en consulta, con carpetas llenas de informes médicos de distintas especialidades, todas ellas ‘sin hallazgos significativos’, apunta el Dr. Navas. “Estas mujeres han sido catalogadas de ‘ansiedad, estrés, depresión’ y tratadas con ansiolíticos o antidepresivos sin éxito y acaban recurriendo a la medicina Integrativa buscando un tratamiento médico complementario que les devuelva su bienestar y pueda ayudarles a recuperar su calidad de vida”.

Cuando el dolor agudo no se atiende y se cronifica lleva a diagnósticos tardíos, tratamientos inadecuados “y, sobre todo, a una sensación de desamparo que impacta en su autoestima, en su trabajo, en su vida social y en su salud mental. Además, puede intensificar la percepción subjetiva de ese dolor y cronificarlo, cuando tratado a tiempo, habría tenido solución”, explica la Dra. Isabel Gómez.

La terapia neural y el bordaje integrador

La terapia neural estudia y trata las alteraciones en la funcionalidad del Sistema Nervioso Vegetativo o Autónomo con microinyecciones de un anestésico local a dosis y concentraciones bajas, en puntos específicos del cuerpo, como cicatrices, mordeduras, quemaduras, ganglios nerviosos irritados o inflamados y puntos de tensión. “Estos interfieren y provocan ‘cortocircuitos eléctricos’ que alteran el funcionamiento del sistema nervioso”. Además, el anestésico empleado tiene propiedades vasodilatadoras y antiinflamatorias, “pero, sobre todo, es un fármaco neuromodulador, que neutraliza las cargas eléctricas alteradas, favorece su vuelta a la normalidad y ayuda a restablecer el equilibrio del organismo”, explica la Dra. Gómez.

“En nuestra unidad, la utilizamos como parte de un enfoque integrativo y personalizado del dolor. Es muy importante entender que no tratamos el síntoma, sino al paciente y desde cuándo le duele”, explica el Dr. Navas. Al tratarse de una terapia personalizada, un mismo tipo de dolor puede mejorar en un paciente de forma llamativa hasta la curación y, en otro, ser resistente.

Pero, si generalizamos, “en nuestra experiencia, suele dar buenos resultados en dolores relacionados con cicatrices antiguas: muchos dolores lumbares se relacionan con cicatrices de cesáreas o abdominoplastias, por ejemplo. También es útil en migrañas, neuralgias, dolor pélvico crónico o, incluso, en dolores sin una causa orgánica que justifique ese dolor”, apunta. También se ha demostrado útil cuando hay una carga emocional importante vinculada al dolor, porque ayuda a la gestión de emociones y a la reducción del componente de ansiedad.

Componente emocional

El componente emocional es clave. El dolor no solo se siente en el cuerpo, deja una huella en la mente, a nivel central, en las fascias musculares, y “repercute sobre nuestro sistema inmunológico y sobre la función adecuada de nuestros órganos y sistemas. Por este motivo, la medicina integrativa se contempla como una alternativa en estos casos. “Recordemos que somos un TODO. La historia de vida desde nuestro origen, el estrés, la ansiedad, y el entorno social, familiar, laboral, ambiental influyen en cómo se percibe y se gestiona ese dolor”, explica el doctor.

“Tratar a nuestros pacientes, asociando nuestros conocimientos de medicina convencional como anestesiólogos y expertos en dolor, con los de medicina integrativa, nos ayuda a ofrecer una solución multidisciplinar que puede incluir apoyo emocional, fisioterapia, estudios de la microbiota y nutrición, micoterapia, ejercicio físico y el abandono de hábitos tóxicos, para ofrecer una atención realmente integral”, explica la doctora. El objetivo es integrar medicina y bienestar.

Los retos

  • El paciente informado: Estamos en un momento de transformación y cambio, gracias al acceso abierto a fuentes de información. Esto ha hecho que se empiece a entender que el dolor crónico es una experiencia compleja y cada vez hay más médicos abiertos a incorporar “terapias complementarias validadas científicamente y adoptamos un enfoque más humano”, puntualiza la Dra. Gómez.
  • El paciente activo: Cada vez son más los pacientes que participan de su enfermedad de una forma proactiva. Leen, investigan, se rebelan contra la polimedicación y exigen que se les escuche, se les acompañe, se les crea y se les estudie y trate de una manera más integral, segura, efectiva y duradera.
  • El sesgo de género en la investigación, porque todavía son más los estudios realizados en hombres que en mujeres, y en el acceso equitativo a los tratamientos integrativos.

Cosas que no debes olvidar

Identificar el dolor crónico

  • Persiste más allá de tres meses
  • Interfiere en tu estado de ánimo
  • Afecta a la calidad de sueño
  • Distorsiona tu rutina 

Tu dolor merece ser entendido, escuchado y tratado, no silenciado

Herramientas

  • Ejercicio adaptado
  • Técnicas de respiración
  • Meditación
  • Dieta antiinflamatoria
  • Acompañamiento psicológico
  • Acupuntura
  • Terapia neural
  • Cuida tu sueño 
  • Fortalece tus redes sociales de apoyo. 

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