En cuestiones de higiene, los pequeños gestos marcan la diferencia. Muchas veces no somos conscientes de cómo ciertas costumbres aparentemente inofensivas pueden tener un impacto directo en nuestra salud. Desde llevar zapatos dentro de casa hasta estornudar en la mano o limpiarnos las uñas con objetos extraños, hay comportamientos cotidianos que conviene revisar cuanto antes.
La farmacéutica Debbie Grayson advierte en declaraciones a The Sun que “estos gestos, por muy normales que nos parezcan, pueden ser vías directas de entrada para bacterias, virus o sustancias dañinas”. Y sí, todo empieza por algo tan simple como los zapatos que usamos dentro del hogar.
1. Llevar zapatos dentro de casa: un riesgo invisible que arrastras desde la calle
Aunque en países como Japón, Suecia o Finlandia es una norma social quitarse los zapatos al entrar en casa, en países del sur de Europa —como España— esta costumbre aún no está generalizada. Sin embargo, deberíamos replanteárnoslo.
¿Por qué es tan importante quitarse el calzado al entrar en casa? Porque cada paso que damos en el exterior expone nuestras suelas a una gran cantidad de gérmenes, bacterias, toxinas y sustancias químicas. Y todo eso termina entrando a nuestro salón, dormitorio o cocina.
Según diversos estudios, los zapatos pueden albergar bacterias como E. coli, que puede causar infecciones intestinales; Clostridium difficile, responsable de diarreas severas; y restos de heces de animales, pesticidas e incluso productos químicos de la vía pública.
Además, estas bacterias pueden permanecer activas durante días. Si tienes niños pequeños gateando, mascotas o simplemente andas descalzo, el contacto directo con el suelo puede derivar en molestias digestivas, reacciones en la piel o infecciones leves que no siempre asociamos al calzado.

“Si estas sustancias entran en contacto con tu organismo, pueden provocarte náuseas, vómitos o diarrea severa”, señala Debbie Grayson.
La solución es sencilla: crea un espacio a la entrada de casa para dejar los zapatos y cambia a un calzado exclusivo de interior. Hay opciones cómodas, transpirables y con estilo, como las zapatillas de estar por casa de Muji, Ikea, Oysho o Skechers Home. El cambio de hábito es mínimo, pero el beneficio para tu salud —y la limpieza del hogar— es notable.
2. Estornudar en la mano propaga virus más rápido de lo que imaginas
Puede parecer un gesto educado, pero estornudar en la mano es uno de los errores más frecuentes y peligrosos cuando hablamos de higiene respiratoria. Al hacerlo, las gotículas cargadas de virus o bacterias se depositan en nuestras palmas, que luego entran en contacto con pomos de puertas, móviles, teclados y otras superficies comunes.
Lo más recomendable, según los expertos, es estornudar en el interior del codo o utilizar un pañuelo desechable. Así reducimos el riesgo de contagio por resfriado, gripe o covid-19 y evitamos la contaminación cruzada.

3. Hurgarse la nariz: más peligroso de lo que parece
Tanto en adultos como en niños, este gesto puede parecer inofensivo, pero implica un riesgo directo para la salud nasal. La piel del interior de la nariz es muy delicada y está llena de vasos sanguíneos superficiales, lo que puede derivar en hemorragias o pequeñas heridas.
Además, introducir los dedos (cargados de bacterias) en las fosas nasales facilita infecciones como la vestibulitis nasal o sinusitis. Y al revés: después de tocar la nariz, podemos propagar gérmenes a otras personas o a nuestros propios ojos y boca.
4. Usar bastoncillos para limpiar los oídos
Muchas personas creen que introducir bastoncillos de algodón en el oído es parte de la higiene básica, pero lo cierto es que puede provocar más daño que beneficio. Al hacerlo, existe el riesgo de empujar la cera hacia el fondo, bloquear el canal auditivo o incluso dañar el tímpano.
Además, esta práctica puede derivar en zumbidos (tinnitus), infecciones o pérdida temporal de audición. Lo mejor es limpiar solo el pabellón auricular con una toalla suave y dejar que el oído se limpie solo, como está diseñado para hacerlo.

5. Colocar bolsas de la compra sobre la mesa o encimera
Volver del supermercado y dejar las bolsas sobre la encimera o la mesa del comedor es una costumbre muy extendida... y poco recomendable. Esas bolsas han estado en contacto con el suelo, el maletero del coche o el transporte público, y pueden contener gérmenes, polvo, grasa o restos biológicos.
Para evitar transferencias indeseadas, lo ideal es tener una zona fija para dejar las bolsas, limpiarlas con un paño húmedo si son reutilizables y desinfectar bien las superficies antes de manipular alimentos.

6. Arrancarse las pestañas con los dedos
Arrancarse una pestaña ocasionalmente no parece grave, pero hacerlo con frecuencia —y sobre todo con las manos sucias— puede derivar en infecciones oculares como blefaritis, conjuntivitis o incluso orzuelos.
Este gesto también puede debilitar el folículo, haciendo que las pestañas se vuelvan más finas, se caigan o no vuelvan a crecer de forma uniforme.

7. Limpiarse las uñas con objetos como tarjetas
Ver un poco de suciedad bajo las uñas y usar una tarjeta de crédito, un bolígrafo o un clip para retirarla es más común de lo que se cree. Sin embargo, esta práctica puede dañar la piel, provocar pequeños cortes y permitir la entrada de bacterias.
Las uñas deben limpiarse con cepillos específicos y agua templada con jabón. Es una zona especialmente sensible, y cualquier herida puede infectarse con facilidad.
Cambiar nuestros hábitos no siempre es fácil, pero sí profundamente transformador. Tal y como expone ‘El poder de los hábitos’, el libro superventas que demuestra cómo los hábitos pueden ser el motor de un cambio positivo, basta con detectar el hábito autodestructivo más común que nos impide lograr nuestras metas para empezar a construir una rutina más saludable, equilibrada y feliz.