Quistes de ovario: qué son, síntomas, tratamiento y cuándo preocuparse

El Dr. Balbino Povedano, jefe de Servicio de Ginecología del Hospital Quirónsalud Córdoba, nos ayuda a entender qué son realmente los quistes de ovario, por qué no suelen ser graves y cómo abordarlos sin alarmismos.

Una revisión ginecológica rutinaria, una ecografía, y de repente la palabra que dispara todas las alarmas: “quiste”. Es un diagnóstico que, aunque muy habitual, sigue generando dudas, miedo e incluso ansiedad. ¿Puede afectar a mi fertilidad? ¿Es síntoma de algo grave? ¿Tendré que operarme?

Para responder a todas estas preguntas y, sobre todo, para ayudarte a entender que la mayoría de los quistes ováricos no suponen un peligro real, hablamos con el doctor Balbino Povedano, jefe del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud Córdoba.

Su experiencia en consulta y en quirófano le permite ofrecer un mensaje tan tranquilizador como claro: “La mayoría de los quistes ováricos son benignos y se resuelven por sí solos. Lo importante es entender qué tipo de quiste es, por qué ha aparecido y qué seguimiento necesita cada paciente”.

Qué es un quiste ovárico y por qué aparece

Un quiste de ovario es una especie de saco lleno de líquido que se forma en uno o ambos ovarios. Aunque su nombre pueda parecer alarmante, lo cierto es que muchas veces forman parte del funcionamiento normal del ciclo ovárico. De hecho, son especialmente frecuentes en mujeres en edad fértil, entre los 15 y los 50 años.

Los más comunes son los llamados quistes funcionales. Existen dos tipos principales: los quistes foliculares, que se producen cuando el folículo que alberga al óvulo no se rompe durante la ovulación y se llena de líquido; y los quistes del cuerpo lúteo, que aparecen después de la ovulación, cuando el folículo ya liberó el óvulo, pero acumula líquido o sangre. Ambos tipos son inocuos en la mayoría de los casos, suelen pasar desapercibidos y desaparecen de forma espontánea en un par de ciclos menstruales.

Más allá de los funcionales, existen otros tipos de quistes también benignos pero menos comunes, como los endometriomas (asociados a la endometriosis), los quistes dermoides o teratomas (que pueden contener grasa, pelo o incluso dientes) y los cistoadenomas. Solo un porcentaje muy bajo de los quistes pueden ser malignos, y gracias a las pruebas de imagen actuales, se pueden identificar con bastante precisión desde el principio.

Las causas más habituales de los quistes funcionales son hormonales. El ovario responde a los ciclos naturales del cuerpo y, en ocasiones, ese proceso genera un pequeño desajuste que deriva en la formación de un quiste.

¿Dan síntomas? A veces, sí

Muchos quistes se detectan por sorpresa, durante una revisión ginecológica rutinaria. Pero en otros casos, sí pueden dar señales. Las más habituales son el dolor pélvico sordo y persistente, sensación de hinchazón abdominal, molestias al mantener relaciones sexuales o incluso irregularidades en el ciclo menstrual.

En el Hospital Quirónsalud Córdoba, los ginecólogos atienden cada semana decenas de casos. “La mayoría son quistes funcionales que solo requieren control. Aproximadamente entre cinco y diez pacientes al mes necesitan cirugía”, explica el Dr. Povedano.

Doctor Balbino Povedano, jefe del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud Córdoba. Foto: Quirónsalud

El diagnóstico: pruebas clave

Una de las ventajas de la medicina actual es que el diagnóstico de los quistes ováricos puede hacerse con técnicas poco invasivas y muy precisas. La primera herramienta es la exploración ginecológica, que puede detectar masas durante el tacto bimanual. Pero la prueba estrella es, sin duda, la ecografía transvaginal: una técnica indolora, accesible y fundamental para observar el tamaño, la forma y el contenido del quiste.

Cuando no se puede hacer vía vaginal, existen alternativas como la ecografía abdominal o la transrectal. Y si el ginecólogo detecta algún rasgo sospechoso, puede solicitar análisis de sangre.

En algunos casos poco concluyentes, se recurre a técnicas de imagen como la resonancia magnética o el TAC para obtener una visión más completa. “En nuestro hospital disponemos de toda esta tecnología diagnóstica, así como de especialistas experimentados para interpretar los resultados y diseñar el mejor plan de tratamiento”, señala el doctor.

¿Siempre hay que operar?

No. De hecho, la mayoría de los quistes no requieren ningún tipo de tratamiento. Se controlan durante unas semanas o meses y suelen desaparecer por sí solos. Este enfoque se llama vigilancia o conducta expectante, y es el más común.

La cirugía solo se plantea si el quiste no desaparece, si crece, si provoca dolor importante o si presenta características sospechosas. En esos casos, el objetivo es ser lo menos invasivos posible.

“La técnica de elección en nuestro hospital es la laparoscopia. Realizamos pequeñas incisiones en el abdomen y, a través de ellas, introducimos una cámara de alta definición y el instrumental quirúrgico. Esto nos permite extirpar el quiste preservando el ovario sano”, explica el Dr. Povedano. Las ventajas son muchas: menor dolor postoperatorio, una recuperación más rápida, cicatrices mínimas y un retorno más pronto a la vida cotidiana.

Solo en casos muy puntuales —cuando el quiste es extremadamente grande o hay sospecha firme de malignidad— se recurre a la cirugía abierta tradicional (laparotomía). Y si no es posible conservar el ovario, se realiza una anexectomía, es decir, la extirpación completa del ovario y la trompa de Falopio afectada. En situaciones más complejas, como en el caso de cáncer de ovario avanzado, el hospital cuenta con cirujanos generales especializados en oncología ginecológica.

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El acompañamiento importa

Más allá del diagnóstico y el tratamiento, el aspecto emocional es clave. Recibir la noticia de que tienes un quiste puede generar miedo y ansiedad. Por eso, el equipo médico del Hospital Quirónsalud Córdoba da mucha importancia al acompañamiento.

“Dedicamos tiempo en consulta para explicar con claridad qué tipo de quiste es, por qué ha aparecido y qué pasos vamos a seguir. Resolver todas las dudas ayuda a rebajar la incertidumbre”, asegura el doctor. Además, si el impacto emocional es importante, pueden derivar a la paciente a psicólogos clínicos o psiquiatras del centro para un apoyo más especializado.

La importancia de las revisiones

No existe una frecuencia de revisión específica para detectar quistes, pero sí una recomendación clave: realizar una revisión ginecológica completa una vez al año. Una cita rutinaria que incluye citología, exploración y ecografía puede detectar a tiempo no solo quistes asintomáticos, sino muchas otras patologías ginecológicas.

Y si sientes algo fuera de lo habitual, no lo ignores. “Un diagnóstico precoz transforma la ansiedad en respuestas claras. Buscar ayuda profesional es el primer paso para sentirte segura y protegida”, concluye el Dr. Povedano.

Porque entender lo que pasa en tu cuerpo es poder. Y, cuando se trata de salud femenina, estar informada es tu mejor aliada.

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