Hacemos un repaso por algunas comidas que tienen más calorías que una hamburguesa. Son menos sanas que un sándwich de carne picada. Porque eso es, en el fondo, una hamburguesa: carne en un bollo de pan de brioche. A solas, si solo incluye entre la carne y el pan un poco de queso, cebolla y pepinillos, su contenido calórico no es tan alto como una pudiera imaginar. Se mantiene alrededor de las 300 calorías. Por ración.
No es la cheeseburger la enemiga de la dieta sana. No es la madre de los michelines y de los hoyuelos de la celulitis. Es solo una invitada ocasional que, controlada, no desbarajusta básculas ni armarios. Su aporte calórico es similar al de un dónut, tres rebanadas de pan de molde o dos manzanas grandes. Donde reside el riesgo de descontrol es en sus acompañantes. Si el bollo que lo acoge es demasiado ancho y esponjoso, las calorías se pueden doblar. Si las salsas y los quesos chorrean por el sándwich, la montaña de calorías solo crecerá. Pero la carne, envuelta en un pan y acompañada por un toque de queso y algunas rodajas de tomate, cebolla y pepinillo, no desbaratará el orden en tu dieta.
Hay otros alimentos que sí pueden hacerlo sin que te des cuenta. Se disfrazan de ligereza y cuelan en tus cenas o merienda una granada de calorías. Son alimentos .zip: en poco espacio almacenan grandes cantidades de calorías. Entre ellos, las palomitas con mantequilla. Esas pequeñas explosiones de maíz blancas pueden acaparar tres o cinco veces el porcentaje de calorías de una hamburguesa con queso. O las patatas fritas. Los bastones dorados que a menudo ejercen de guarnición en comidas y cenas son esponjas de aceite. Tres cuartos de su peso está conformado por grasa. Una porción mediadas de patatas fritas puede doblar la ingesta de calorías de una hamburguesa con queso.
Pero, como decía tu madre, lo peor son las mentiras. Y las ensaladas pueden llegar a ser las mayores mentirosas del menú. Una ensalada César, por ejemplo, con sus lascas de queso, su pollo frito y sus picatostes puede llegar a triplicar en calorías a una cheeseburger.
Estos alimentos recuerdan lo que ya sabías: no se debe juzgar por las apariencias. Tampoco a una hamburguesa.
Radiografía de una hamburguesa
Una hamburguesa con queso contiene unas 310 calorías y 14 gramos de grasa. Contiene un 40 % de hidratos de carbono, 40 % de grasa y un 20 % de proteínas, según los datos de Self Nutrition Data.La hamburguesa, por tanto, tiene su lugar ideal en el apartado de consumo puntual. Aunque pese a lo que pueda parecer, no es la peor de las opciones.

Palomitas con mantequilla
No hay visita al cine sin palomitas. Ni sin sus 1.610 calorías si tu cartón contiene mantequilla. En hamburguesas consumirías cinco.

Ensaladas con salsas
Asociar cualquier ensalada a "saludable" es un error. Las que contienen panes y salsas son una bomba disfrazada.La popular ensalada César tiene picatostes, pollo rebozado y añadidos de salsa. En resumen, unas 1000 calorías, 700 más que una cheeseburger.

Sándwich de pollo con salsa
Un sándwich de pollo está bien. Son proteínas limpias acompañadas con un poco de pan. Pero si le añadimos salsas, de queso o barbacoa, las calorías se disparan. Según el condimento, puedes estar añadiendo 1.300 calorías a tu día.

Patatas chips y chips de verdura
Un aperitivo con patatas fritas y cerveza es un esencial. Y uno que, con sus 500 calorías por 100 gramos, rellena tus cenas de grasas poliinsaturadas.Las patatas absorben aceite durante la fritura, que acaba convertido en más de un tercio de su peso. Lo mismo ocurre con las chips de verdura.

Perrito caliente con queso
Un estudio de la Universidad de Harvard demostró que las carnes procesadas pueden aumentar el riesgo de sufrir enfermedades de corazón o diabetes.Tiene calorías parecidas a las de la hamburguesa con queso (unas 300), pero más grasas y sal.
