Viajar sola: cómo disfrutar de nuestra propia compañía

Cada vez son más las mujeres que se animan a emprender un viaje en solitario y, de nuevo en casa, todas afirman haber tomado la mejor decisión.
mujer morena viajando en solitario
Mujer sola de viaje - iStock

El turismo ha cambiado muchísimo en los últimos años. Se ha pasado de un solo viaje con la familia al completo a la playa, a centenares de aviones cruzando el mundo constantemente, llenos de perfiles de todas clases y condiciones dispuestos a exprimir sus vacaciones o su fin de semana. Y de igual forma que han cambiado los destinos, los métodos de transporte, las fechas e incluso los motivos, también ha cambiado el con quién. Y en este aspecto las mujeres han sido las últimas en hablar, pero lo están haciendo alto y claro. De hecho, ya no solo aparecen en las estadísticas de consumo como las que organizan el viaje o el papel de decisora de compra, también se posicionan como las protagonistas en solitario de esos viajes soñados. 

Ahora si una mujer quiere ir a un lugar, por muy recóndito que sea, va. Y así lo demuestran muchísimas mujeres cada día cuando cogen su maleta y ponen rumbo a su destino soñado, que buscan miles de opciones, desde las escapadas más rurales, hasta  planes para disfrutar en la costa este verano que se escapan de los típicos. Las redes sociales nos ayudan a conocer a esas mujeres que recorren el mundo sin compañía y a su manera. Sus fotos nos provocan cierta envidia, pero también nos animan a iniciar nuestro propio viaje y nos permiten colarnos en el suyo para poder hacerlo juntas.

Mujer planificando un viaje - iStock

Sin compañía

Esto no es algo nuevo, ya que a lo largo de la historia encontramos grandes ejemplos de mujeres que viajaron sin compañía. Historias de aventureras que rompieron barreras y un buen puñado de reglas para perseguir sus sueños. 

Una gran historia es la de Eliza Scidmore, la primera mujer en publicar una fotografía en la revista National Geographic y en ser miembro de la National Geographic Society, algo que en 1890 era exclusivo de hombres. También es interesante la vida de Nellie Bly, quien emprendió una vuelta al mundo con la intención de ser más rápida que Julio Verne y así fue, tardó solo 72 días. O la de Mary Kingsley, una científica que se perdió, sin nadie a su lado, en los rincones más peligrosos de África.

Un gran ejemplo

Entre tantos grandes perfiles de mujeres viajeras que deciden hacerlo en solitario, destaca el de Sania Jelic. Durante años trabajó en el mundo del turismo lo que le "obligó" a emprender varios viajes en solitario y le animó a vivir la jubilación con la que muchos sueñan. "Cuando me jubilé mi idea era recorrer primero América Latina porque quería asegurarme de poder bucear en las Galápagos. Luego fue el turno de África, y ahora me voy a Asia. Después me toca Polinesia y ya cumplo 70 años, que veré que hago...". Así, el perfil de Instagram de Sania es un auténtico catálogo de viajes exóticos y hablar con ella es un ir y venir a destinos soñados.

Y es que muchas veces eso es justo lo que se necesita: un motivo, una inspiración o un último empujón que logra que ese plan se haga realidad. En el caso de Carlota Valenzuela, la primera mujer en peregrinar desde Finisterre a Jerusalén, fue una llamada muy especial. Esta joven granadina tenía una carrera profesional estable, "pero a nivel espiritual me faltaba algo. Sentí que necesitaba ponerme de una forma más clara a disposición de Dios. Sentí una llamada muy clara y supe que tenía que peregrinar de Finisterre a Jerusalén", nos cuenta Carlota. "Lo de hacerlo sola fue, simplemente, porque era yo la que había recibido esa llamada y la que tenía que hacerlo. No era un requisito, pero ahora sí entiendo que era una parte fundamental de mi camino personal", recuerda sobre el momento en el que tomó la decisión. 

Además, eso que tanto inquietaba a su entorno fue, durante el camino, lo que más le ayudó. Fueron 11 meses, 6000 kilómetros, 330 familias, porque la joven peregrinó como el propio concepto indica, llamando a las puertas de las casas de su camino para pedir hospitalidad. "El hecho de que fuese mujer facilitó mucho el camino a la hora de encontrar hospedaje. Muchas familias me lo decían, que no hubiesen abierto sus puertas a un hombre, o no lo hubiesen hecho como lo hicieron conmigo. Generaba más confianza y empatía y un fuerte sentimiento de protección". Tras una larga jornada, Carlota terminaba el día leyendo cuentos a los niños de la casa o ayudando a preparar las cenas. Lo que podemos definir como inmersión cultural total.

Conexión total

Mujer disfrutando de la naturaleza - iStock

"Viajando sola estoy completamente abierta al entorno, necesito conectarme por completo, adaptarme y comprender lo que me rodea. Estoy como una esponja, me empapo de todo lo que ocurre a mi alrededor. Y esto es bueno y malo porque cuando estas en un lugar bello, tanto si hablamos de paisajes como de cultura, y todo es positivo, yo disfruto como una enana. Pero no siempre es así, y en ocasiones te encuentras con entornos más oscuros y con otras connotaciones, eso también te impacta y te afecta de igual manera", destaca Sania sobre su experiencia a la hora de recorrer el mundo en solitario. Y es que, si algo tiene claro esta viajera incansable es que hacerlo en compañía también implica ciertos riesgos. "Debe existir una gran compatibilidad entre las personas que viajan juntas y compartir los mismos intereses, el mismo presupuesto, la misma energía y la intensidad y la dinámica que se quiere llevar. Eso hay que apalabrarlo de antemano para que no se convierta en algo espinoso. No hay mejor forma de conocer a alguien que llevándotelo de viaje". Así que en muchos casos, es mejor viajar sola que mal acompañada. 

Contigo misma

"Siempre digo que una de las cosas más importantes en esta vida es ser tu mejor compañera de viaje, en sentido literal y metafórico. Aprender a ser tu mejor amiga, estar a gusto contigo, conocerte bien, disfrutar de ti, meterte en líos contigo misma y arreglártelas para salir airosa... Es toda una aventura de vida", reflexiona Eva Ortiz, psicóloga con consulta en Bilbao y viajera empedernida. Y, precisamente como profesional de la psicología, Eva recomienda a sus pacientes (y a todo el que lea este texto) salir de su zona de confort y hacer alguna escapada o viaje. 

"Es parte del autoconocimiento, conectas contigo misma de otra manera, descubres cosas de ti que ni siquiera imaginabas. Somos mucho más valientes de lo que pensamos, lo que pasa es que cuando nos imaginamos viajando solas por primera vez, nuestra cabeza tiende a boicotearnos porque nos cuesta afrontar nuestros miedos e inseguridades". Ante estos miedos, Sania tiene un plan que consiste en empezar poco a poco. Aunque el sueño sea recorrer Australia con una mochila, el primer paso debe ser una escapada a una ciudad cercana (Europa siempre es una buena opción) y ver cuáles son los momentos en los que la confianza flaquea, así ya se tendrá una pista de en qué aspectos hay que trabajar más.

Saber disfrutar del tiempo a solas es un pilar fundamental para nuestra salud mental, para nuestra autoestima y, en definitiva, para nuestra felicidad. E incluso para aquellas mujeres que a día de hoy esto les parezca complicado, pueden recurrir a consejos de una psicóloga para disfrutar de la soledad, leer libros sobre el tema, pedir ayuda a personas en su misma situación, y un largo etcétera de opciones, que le ayudarán a lograr este objetivo, si es lo que realmente buscan.

Sola pero en compañía

Otra gran idea es apuntarse a un grupo. Cada día hay más agencias en el mercado con una amplia y variada oferta que se adapte a tus gustos. Laura Pérez, country manager de WeRoad, confirma que el 60 % de las reservas son de mujeres. También rompe con la idea de que las mujeres viajan solas únicamente porque no tienen pareja o familia: "Hay muchos motivos por los que quieren viajar solas. En muchas ocasiones es por vivir una experiencia o conocer un destino en particular. También porque se tiene una afición determinada como el trekking, buceo, expedición, surf... y en estos grupos es más fácil conectar con personas con los mismos intereses", destaca.

Chicas montando en bicicleta - Getty Images

Experiencias similares señala Elma, socia de Tacones viajeros, una agencia de viajes pensada para mujeres que quieren recorrer el mundo a su aire, pero sin renunciar a las ventajas del grupo. "En los viajes (el año pasado organizamos casi 100) no todo son mujeres que viven solas. Las hay con maridos a los que nos les gustan viajar o que no tienen las mismas aficiones, con problemas de fechas de vacaciones, las que quieren hacer viaje de amigas, pero sus amigas no están disponibles... Las hay muy viajadas, incluso que han viajado solas, y otras que no se ven capaces de lanzarse y que me preguntan hasta si les recogemos en casa. Así se forman grupos muy heterogéneos y eso es muy bonito", señala orgullosa después de tanto trabajo junto a mujeres tan dispares.

Tras más de ocho años organizando viajes, Elma asegura que los destinos más solicitados no han cambiado: Marruecos y Egipto. "Destinos a los que las mujeres les da más miedo ir solas", y esa es la clave por la que muchas mujeres apuestan por este tipo de viajes, la seguridad. "El miedo es libre y es difícil de controlar, pero aquí vas con mujeres que te van a arropar", afirma Elma, que recuerda que "cuando las mujeres se juntan, siempre ocurren cosas maravillosas".

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