La búsqueda de la felicidad es una preocupación inherente a la naturaleza humana, por eso siempre es motivo de estudios científicos, psicológicos y filosóficos. Nosotras mismas hemos buscado respuestas recurriendo a libros recomendados que nos pueden ayudar a alcanzarla, apuntando las cosas que nos hacen infelices según una médico experta en neurofelicidad e incluso iniciando un viaje a través de la música con las canciones que nos hacen más felices según la neurociencia y la inteligencia artificial. Pero ¿y si estuviésemos genéticamente predispuestos a ser infelices a una determinada edad?

¿Qué es la curva de la felicidad?
Desde la década de 1970, economistas, psicólogos y sociólogos a lo largo de la historia analizaron una tendencia relacionada con la satisfacción y el bienestar subjetivo que las personas experimentamos en el transcurso de nuestra vida. Esto dio lugar al concepto de la curva de la felicidad, también conocida como “curva de la paradoja de la edad”.

Para que te hagas una idea, imagina que nuestra felicidad tiene una forma de U con respecto al tiempo, siendo los puntos más altos la satisfacción plena y la curva de esta vocal la infelicidad. Pues bien, teniendo esto en cuenta, desde que somos niños y hasta que llegamos a la edad adulta nuestra felicidad disminuye gradualmente hasta llegar al punto de mayor infelicidad.
Eso sí, a partir de ahí volvemos a remontar en cuanto a niveles de satisfacción con la vida y alcanzamos nuevamente la felicidad plena en las edades más avanzadas.

Esta es la edad a la que somos más infelices según la ciencia
David Blanchflower y Andrew Oswald, economistas y profesores de la Universidad de Darmouth y de la Universidad de Warwick respectivamente, realizaron uno de los trabajos pioneros en el análisis de la curva de la felicidad y su relación con la edad. Este estudio se publicó en la revista Social Science & Medicine en 2008 y tenía por título Is Well-Being U-Shaped over the Life Cycle? —o lo que es lo mismo, “¿Tiene la satisfacción forma de U a lo largo del ciclo de la vida?—.
Su análisis se basó en datos sobre el bienestar recabados a lo largo de más de 70 países diferentes y dos millones de personas consultadas. Su conclusión fue que llegada la madurez, entre los 40 y los 50 años, las personas mostraban signos de depresión, de ansiedad o estrés. Además, sucedía indistintamente, como si saliese de dentro de uno mismo.
De hecho, Andrew Oswald señalaría: “Algunas personas sufren más que otras, pero en nuestros datos, el efecto medio es amplio. Sucede a hombres y mujeres, a personas solteras y casadas, a ricos y pobres y a aquellos con o sin hijos. Nadie sabe por qué vemos esta constancia”. No todo el mundo pasa por esta "crisis" de depresión y ansiedad.

Pero no terminó aquí, en 2020 Blanchflower pondría el objetivo en 132 países para volver a estudiar esa curva de la felicidad y sus picos, una investigación publicada posteriormente en el National Bureau of Economic Research.
A través de las encuestas realizadas tanto en países ricos como en vías de desarrollo, el economista llegaba a la conclusión de que la la edad media a la que somos más infelices es a los 47,2 años, pudiendo ascender a los 48,2 en los países en desarrollo. Además, afirmaría que es algo “profundamente arraigado en los genes”.

Crisis de la mediana edad: por qué somos más infelices a los 47 años
Entre las explicaciones a esa curva de la felicidad y a esa insatisfacción que viviríamos entre los 40 y los 50 años, se encuentran cuestiones como una visión de la vida más realista, una mayor cantidad de responsabilidades y, por lo tanto, un mayor nivel de estrés que afecta a nuestro bienestar. La llamada crisis de la mediana edad también se ve afectada por la situación laboral, metas inalcanzadas o por cuestiones relacionadas con la salud.
A esta edad asumimos más responsabilidades y nos encontramos quizás en un momento más de introspección. Pero cada individuo llegará a esta fase en función de sus vivencias u otras variables: según los autores es una media. No darlo por normal, si estos síntomas interfieren, por favor acudir a un profesional.

Eso sí, esto no dura siempre, sino que gradualmente vamos recuperando el nivel de satisfacción personal para despegar de nuevo hacia la felicidad a los 50 años. ¿Y por qué? Porque nos adaptamos y tendemos a ser más resilientes. También revaluamos nuestras prioridades y nos enfocamos hacia actividades y relaciones más gratificantes.
Del mismo modo que, tal y como dijo Blanchflower: “Pasados los 50, en cambio, te vuelves más agradecido por lo que tienes. De esta forma, a los 50 ya puedes decirle a una persona que tienes buenas noticias porque, de aquí en adelante, las cosas van a mejorar”. ¡Listas para emprender de nuevo el camino hacia la felicidad!